Desde que te vi por primera vez
Té vi de verdad, té vi a ti,
vi a un ser divino, puro esplendor, belleza deslumbrante
Y debajo de esa perfección sólo existía pureza de corazón.
Té vi el alma y había luz,
suficiente calor para el invierno más crudo.
Desde tus ojos emana,
carbones siempre ardiendo una llama incandescente
en tus cejas se refleja
la divina luz, paz interior.
Tus labios llenos, esa sonrisa espontanea,
dulce esfuerzo, recompensa por la mayor labor
Cada tierna curva de tu rostro suave, divino.
Tan solo un pensamiento, uno entre incontables.
Un obsequio, una flor, rubí incandescente de mi amor por ti.
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