Nos escuchan,
nos ven;
tan solo observan como exclamamos eufórico:
Soy el tambor azotado por la vida,
y resueno,
tiemblo hasta en los labios.
Tun tun... tun tun
se llenan mis venas de
aquella mezcla sincera
de río, de mar,
de cósmico libido.
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